“Ten
cuidado con aquello que afirmas… podrías encontrarte en un tiempo negando
aquello que hubieras defendido con la vida misma”. Ernesto Spinelli.
Hace
unas semanas estuve en Guadalajara en el 2º encuentro de psicoterapia Gestalt
en México dando un taller al que llamé “EL ARTE DE NO SABER”. Mi inspiración para este taller se encuentra
en mi propio camino de vida y en tantas y tantas veces que me he mordido la
lengua al descubrir que mucho de lo que he afirmado sobre mí, sobre otros,
sobre el mundo, tiempo después es insostenible…. Como psicoterapeuta tuve
muchos momentos (al principio de mi práctica privada e incluso sigo teniéndolos a veces) donde me aceleré a
responder, donde di opiniones bastante categóricas o donde afirmé y declaré
cosas con la fantasía de la seguridad de quien “sabe lo que dice”.
Después
vino mi primer confrontación con esta postura:
me divorcié. Yo que había
defendido a capa y espada el matrimonio, que había jurado ante cientos de
personas mi permanencia en una relación hoy estaba fuera de ella, sin anillo y sin tener claridad de quién era, a dónde iba o
qué quería…. Y entonces cupo en mí la PREGUNTA, la DUDA y con ella la posibilidad de
que llegara lo inesperado, lo hermoso (o no tan hermoso) que no se me había ocurrido, lo
sorprendente… Porque cuando afirmamos,
de alguna manera delimitamos, definimos y “fijamos” la posibilidad sin dejar
cabida a otra.
Con
esto podrás pensar que cómo se me ocurre hablar de meras dudas, de puras
preguntas, si la vida se estructura gracias a que se afirman o niegan ciertas
cosas. Y coincido contigo. Necesitamos dar estructura para poder
soportar la incertidumbre y entonces nos
creamos historias y fantasías de seguridad y de absoluta claridad y nos
postulamos con aseveraciones fijas y “acertadas. Si no afirmáramos nada sería imposible vivir… Pero como se imaginarán, mi interés en esto de la PREGUNTA se dirige
principalmente al tema de nuestras
relaciones. Ayer escribía sobre la
posibilidad de ser “TURISTAS EN TIERRA SAGRADA” y descubrir al otro desde esta
postura de total respeto y curiosidad. Y
justo de ahí partió mi reflexión sobre la PREGUNTA como una forma de estar en
el mundo que permite ser observadores activos y abiertos a toda posibilidad de
ser. Una
persona que venía a terapia me dijo un día “es que si permanezco en la
actitud de NO SABER al final terminará pareciendo que soy indiferente, desinteresada”.
Y ante esto pensaba que es diferente “no
saber y no importarte” que “no saber y
querer preguntar porque te interesa”.
Y ¿cuál es la diferencia entre una y otra? La verdad es que es palabra aparentemente simple pero llena de profundidad: LA PREGUNTA.
La
PREGUNTA es esta maravilla de nuestro lenguaje y de nuestro vivir en el que
se manifiesta nuestra eterna búsqueda, nuestra conciencia de la finitud y
pequeñez y nuestras ganas de siempre conocer más.
La
PREGUNTA en las relaciones es, a su vez, la posibilidad de crear encuentros
llenos de sorpresa y descubrimiento. Si
reconozco que “NO SE lo que la otra
persona vive” y me intereso, entonces “PREGUNTO”. Y pienso en la pregunta no sólo como forma gramatical para construir una oración
sino como la actitud de humildad e interés que me permite acercarme al otro
desde la duda, la curiosidad y las ganas de descubrir lo que ahí hay. Sólo que no olvidemos que para que sea posible la actitud de
PREGUNTA para cada uno de nosotros, necesitamos aprender a soportar el hecho de
que NO SABEMOS, y de que lo que escuchemos posiblemente no coincida con
nuestros paradigmas o creencias… Y sobre todo soportar la apertura a la incertidumbre que tanto incomoda
porque desajusta, porque invita al vacío posibilitante, al vacío en el que caben cosas
que ni siquiera podemos imaginar. Y lo desconocido suele asustar…. pero también puede transformar…
¿Que preguntas te surgen si tratas de mirar con apertura a quien está a lado de ti? Si reconocieras que no le conoces…. ¿qué preguntarías?
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